Revista
Tiempo Latinoamericano

   ES      EN      PO

Editorial (Abril 1983)

Pascua: hacia el hombre nuevo y la nueva Argentina

Revista nº5 (Cliquee para ver/descargar)Pascua es el inicio del camino a una Vida Nueva, El Pueblo cristiano la celebra como memoria, signo y anticipo de su paso del sojuzgamiento a la libertad, de la angustia a la esperanza, de la explotación a la justicia social, del dolor a la alegría.

Como cristianos, como argentinos, como hombres amantes de la paz queremos acompañar este camino hacia la Resurrección.

Llegaremos a ella después de un prolongado Calvario. Porque sobre los anchos hombros de la Nación azotada pesan las innumerables cruces de estos largos años cuaresmales. Salarios de hambre, desocupación, proliferación de enfermedades sociales, fábricas cerradas, desaparecidos, deuda externa, deserción escolar, presos políticos, hospitales en estado deprimente, falta de viviendas, el engaño de Malvinas, el drama de los inundados, son algunas de las cruces que cargamos hoy los argentinos.

Jesús sigue siendo crucificado en cada hermano y en cada una de estas realidades. “Con la Cruz a cuesta”, el vía crucis que proponemos a la reflexión, de alguna manera expresa esa realidad, que al igual que la de Cristo terminará sin duda con la victoria sobre la muerte. Queremos aportar a que los cristianos asumamos el Camino de Jesús. Un camino comprometido con la realidad argentina. Desde los barrios, las villas, las fábricas, las cárceles, y nuestros mismos hogares, verificamos que a dos mil años del Gólgota, nuevos gólgotas se nos presentan en su dura ascensión. (pág.5)

En este marco, el panorama político “Siete años después” en un rápido recuento de los tiempos de dolor y opresión que vivimos busca ahondar en las causas, no para hurgar en la herida sino para evitar el olvido de lo que hasta hoy ha constituido el principal escollo que obstaculiza la realización anticipada de la Pascua de los argentinos. Lo necesitamos porque –como dice nuestra poeta– “la vieja Historia a pesar de sus años, conserva la memoria”. Y resulta imprescindible a la hora de aproximarse a los tiempos de democracia que deberán ser el paso a la liberación. (pág.9).

Signo lacerante del vía crucis argentino es también el triste espectáculo que ofrece la niñez abandonada. La denuncia social de las minorías que hipotecando el futuro de una Nación no quieren un pueblo fuerte, es parte del rol profético al que nos obliga el compromiso bautismal renovado en la noche pascual. (pág.12)

El camino recorrido por el desierto, en esta devastada Argentina, aún en su aridez, va mostrando pasos elocuentes hacia la Resurrección. Asistimos a testimonios positivos de vivencias de la fraternidad, de búsqueda de la justicia, de reclamos por la verdad. Lo evidencian la recuperación de la activa participación de los trabajadores, la firme decisión de velar por los derechos humanos, el testimonio de entrega de innumerables comunidades cristianas y hombres comprometidos con el futuro del país, por servir a la juventud, que necesita hoy más que nunca abrirse las puertas a la participación social y política.

Al reflejar en nuestras páginas estos testimonios queremos aportar a una Comunidad que necesita y busca perfilar su fidelidad al Mensaje del Evangelio, resumiendo de algún modo lo que vivenciamos hoy los argentinos tanto de realidades cuaresmales como de tiempos pascuales.

Y entre los signos pascuales destacamos un testimonio ecuménico de nuestros días en esto de sumar a la resurrección de nuestro pueblo.

“Cuando una escuela se abre... se cierra una cárcel”, enseña la sabiduría árabe. Y la Comunidad Ortodoxa con su aporte educacional a esta Córdoba 83, donde los niños no son los privilegiados, apuesta también a un futuro de patria resucitada. Porque escuela es libertad, es crecer, es apertura a horizontes de esa vida fraternal que Jesucristo nos trae como novedad histórica, viniendo de ese modo a sepultarla opresión, la cárcel, la ignorancia y toda forma de injusticia. (pág. 16)

Es un signo de Resurrección también el despertar de los jóvenes cristianos que buscan canalizar sus iniciativas en el afán de asumir un compromiso decidido con la realidad social y política de hoy. Y porque también queremos ser lugar de encuentro y comunión, invitamos al Encuentro Juvenil para el 29 de mayo donde se intercambiarán experiencias y se profundizará en los temas más acuciantes de la juventud actual.

Son las semillas que germinarán en el hombre nuevo que necesita la nueva Argentina.

La Pascua es la reflexión central que ofrecemos a nuestros amigos lectores. La palabra de un Sacerdote y de varios laicos nos ayuda a ubicar la celebración principal de los cristianos dándole el sentido que tiene para el hombre de hoy. (pág. 14)

Porque la Pascua se actualiza todos los días en la vida de cada hombre y de todo el pueblo llamado a protagonizar su liberación.

La Resurrección señala a los argentinos de hoy, castigados y burlados, que es posible levantarse y triunfar, si de por medio sigue firme la confianza en las reservas morales de un pueblo, que ha acrisolado su conciencia nacional en la fe cristiana y sus experiencias de protagonismo histórico.

El triunfo de Jesucristo que compartimos por la fe nos obliga a sumar nuestra entrega hasta hacer desaparecer los vestigios de muerte que aún hoy, como lastre ignominioso, se ciernen sobre nuestra patria.

Es la invitación de la Pascua.

Cerrar los ojos o hacer como el avestruz es cerrarse al egoísmo o pecar por indiferencia y evasión. Negarse a asumir la porción de Cruz es traicionar un destino de solidaridad, sin el cual somos indignos de la condición humana. Lavarse las manos, como Pilatos, escudándose en las argucias facilistas del “no te metás”, significa tomar por estandarte la cobardía, merecedora de la condenación de nuestros hijos. Rechazar, en fin, la invitación pascual es sumergirse en la desesperanza y la opresión.

En estas fechas pascuales, cuando todos los argentinos estamos empeñados en iniciar una etapa nueva en la vida nacional, renovamos la gozosa aceptación de ser partícipes de la Resurrección, y con ello el compromiso de testimoniara toda hora la obra liberadora de Cristo, largamente esperada por los hombres y los pueblos, mientras seguimos creciendo en la búsqueda de la felicidad, la soberanía y la justicia social.

Al adherirnos al Año Santo, recientemente iniciado simbólicamente con la apertura de las puertas de la Iglesia, anhelamos una presencia comprometida de los cristianos en las transformaciones imperativas que reclama el hoy argentino. Deberá ser, como lo señala la antigua tradición bíblica, un Año en que “proclamaréis en la tierra la liberación para todos sus habitantes, y cada cual regresará a su familia. Porque es el Jubileo. Y ninguna de vosotros dañe a su prójimo, antes bien respete a Dios, porque yo soy Yavé, vuestro Dios”. (Lev. 25,8-1 7)

Así será. Porque Cristo ha resucitado y nuestra es su victoria. Aleluia!