Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Noviembre 1986)

HACE CUATRO AÑOS

Revista nº28 (Cliquee para ver/descargar)Hace cuatro años, cuando todavía transitábamos en las sombras de la libertad y la democracia, salimos con estas páginas para hacer nuestro humilde aporte, como Iglesia y como Pueblo, a los esfuerzos argentinos por la recuperación de sus derechos pisoteados.

Nos animaba la firme convicción de que los cristianos debíamos participar activamente en la recomposición organizativa que duramente el pueblo venía realizando con su resistencia al más cruel intento de vaciamiento y agresión sufrida por la sociedad argentina.

En ese nunca, nos propusimos responder a la dispersión provocada concretamente en esa porción del Pueblo de Dios que acompañó al campo popular en sus esfuerzos de liberación, convocando a un nuevo reencuentro que nos permitiera, en este “tiempo latinoamericano", sumar experiencias, coordinar tareas, transmitir inquietudes, compartir compromisos, retomar un rol profético y reflexionar una forma de vida al servicio de los demás, desde la perspectiva evangélica de los pobres.

A cuatro años, y habiendo acompañado los esfuerzos populares por sincerar y profundizar el proceso democrático, asistimos a un alentador resurgir que se expresa en la proliferación de nuevas experiencias de compromiso de los cristianos con la realidad social que vivimos. Al calor de los nuevos vientos que soplan en Latinoamérica y a impulsos del Espíritu que reaviva la esperanza e infunde vigor, al igual que en Pentecostés, el surgimiento de las comunidades de base, grupos parroquiales y diversas expresiones de signo cristiano va marcando un nuevo rostro de Iglesia, que desde los pobres anuncia un mensaje de liberación a los oprimidos de América Latina.

La fuerza incontrastable de la historia nos empuja en esta marcha sin retorno hacia esa nueva sociedad que vamos construyendo día a día, a medida que los pobres –siempre las mayorías de los pueblos–, van recuperando su voz y su dignidad.

Después de cuatro años de alentar el encuentro y el intercambio de las distintas experiencias sociales y eclesiales a lo largo y lo ancho del país, y de impulsar la recuperación de la memoria histórica como Iglesia y como Pueblo, con el apoyo y la participación de parroquias, grupos ecuménicos, comunidades religiosas, organizaciones de derechos humanos, y diversa expresiones sociales, queremos reafirmar nuestra vocación de servicio reabriendo nuestras páginas a toda la problemática nacional y rescatando esa rica y diversa realidad de búsqueda y participación que viene emergiendo desde los lugares más ignorados de nuestra dilatada, y a la vez cercana, geografía social.

Agradecemos las innumerables cartas de aliento que nos envían y el apoyo económico brindado, sin el cual estas páginas no estarían hoy entre ustedes. Pedimos disculpas por las falencias propias de nuestras limitaciones. Y reclamamos la continuidad de un diálogo fructífero con quienes nos han venido acompañando durante estos cuatro años, porque creemos en serio en la pluralidad de ideas y en que el Espíritu sopla en todos “donde y cuando quiere”.

Necesitamos que nos hagan llegar sus aportes y sus críticas, porque este esfuerzo que comenzó hace cuatro años siendo de un grupo reducido de laicos cordobeses, es hoy el compromiso de muchos que queremos una Iglesia comprometida en serio con la marcha de nuestro pueblo hacia la liberación.

No es ésta –ni lo fue nunca– una revista de eruditos. Intentó –y quiere serlo cada vez más– un instrumento puesto al servicio de las comunidades, un herramienta en el trabajo de integración y organización dentro del campo popular, creando vínculos de solidaridad, promoviendo la interacción de los grupos y convocando a la participación en base a las necesidades comunes y concretas.

Con mayor urgencia se nos plantea hoy esta tarea en la medida que constatamos la insuficiencia de respuestas a las expectativas generadas por falta de decisión, coraje o voluntad democrática; y vemos también rebrotes de intolerancia de quienes acostumbrados a disfrazar o defender sus privilegios con un ropaje religioso, hoy ven irse de sus manos un firme baluarte que usaron sin contemplación, desvirtuando la misión de la Iglesia y traicionando el Mensaje liberador de Jesucristo.

En este despertar a un “tiempo latinoamericano”, reavivado entre los argentinos una vez más a propósito de la agresión imperialista, apostamos –como hace cuatro años– a “un mensaje de esperanza y vida nueva”.

En este “tiempo latinoamericano", como argentinos y como cristianos, queremos seguir caminando “con un oído puesto en el Evangelio y el otro en el pueblo”. Y en ese camino con seguridad seremos cada vez más los hombres y mujeres dispuestos a tendemos las manos para entrelazarlas en la lucha contra la injusticia y en la construcción de la fraternidad.

Con un gran abrazo fraternal: ¡Muchas gracias!

Equipo Responsable