Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Marzo-Abril 1987)

EN ESTA PASCUA LO QUE ESPERAMOS DEL PAPA!...

Revista nº31 (Cliquee para ver/descargar)En la situación de “pueblo crucificado” que vivimos, la RESURRECCIÓN es el horizonte de esperanza que necesitamos para seguir caminando en la construcción de un mundo fraternal.

Los trabajosos esfuerzos que como pueblo venimos haciendo, encuentran en la Resurrección de Jesucristo la posibilidad cierta del triunfo sobre la muerte y sus diversas manifestaciones, que a diario nos golpean.

Niños sin aulas ni bancos en las escuelas, familias sin vivienda, obligadas al hacinamiento, dispensarios barriales sin médicos ni remedios, transporte urbano insuficiente que castiga de un modo especial a los trabajadores, pueblos del interior marginados de toda planificación gubernamental, salarios de hambre en aras de una política económica que responde a los intereses de los grandes monopolios, voces que crecen día a día reivindicando el crimen de los genocidas, y tantas otras calamidades son signos de la crucifixión que soporta el pueblo argentino.

Pero cuando las cooperadoras se movilizan reclamando aulas y bancos, cuando los villeros se organizan en cooperativas y exigen el otorgamiento de la tierra para construir sus viviendas, cuando los barrios reclaman atención sanitaria, cuando los pueblos del interior se movilizan para que no les quiten la provisión de agua, cuando el movimiento obrero retoma un camino de lucha, cuando desde distintos sectores se va tomando conciencia del peligro que es para la Nación la convalidación del genocidio sustentado en la doctrina de seguridad nacional, cuando ya no resulta fácil seguir manejando la voluntad popular con promesas incumplidas, entonces asistimos a un proceso de resurrección, que es decir una lucha permanente en la recuperación de la vida.

Que todos aportemos en la defensa de la vida será el gesto concreto de que creemos en la Resurrección.

Es el llamado de esta Pascua, que estará marcada por la histórica visita del Papa Juan Pablo II.

Como pueblo creyente expresamos el proceso pascual de muerte y resurrección, de signos que afirman el crecimiento de los valores evangélicos y luchan contra los hechos y manifestaciones que niegan la VIDA NUEVA DEL CRISTO RESUCITADO.

Porque la visita de Juan Pablo II será signo de crucifixión y dolor para el pueblo creyente si es utilizada en forma espúrea para apañar el silencio y la complicidad con el genocidios, buscando acelerar una amnistía a los represores u obstaculizando la labor de la justicia, con los argumentos de una “reconciliación” antievangélica, que olvida los requisitos de la conversión y los propósitos de enmendar el daño causado al cuerpo social de la Nación.

Será también signo de negación pascual si es utilizada por los distintos factores de poder en la puja mezquina entre la cúpula del gobierno y el sindicalismo por espacios de poder, donde el pueblo trabajador sigue siendo un mero espectador.

La visita del Papa será signo de frustración si se pretende atenuar su voz profética en defensa de los pobres, mediante el condicionamiento económico de los grandes capitales, ya sea por el apoyo propagandístico a su visita o a través de “desinteresados donativos” como los ₳ 100.000 de los grupos empresarios. O si es utilizada con fines comerciales, tal como sucede con la promoción de las “remeras-casullas que revestirán nuestra alegría”, otorgada en exclusividad por la Comisión Episcopal organizadora de la visita, que encabeza Mons. Canale.

Será asimismo un atentado contra la fe profunda y sencilla de nuestro pueblo, si es utilizada para reafirmar una imagen de Iglesia-Poder con la ostentación de boatos y riquezas que hieren la sensibilidad de un pueblo creyente que vive en condiciones indignas, víctima de la opresión y la injusticia.

Porque queremos un nuevo rostro de Iglesia en este “continente de la esperanza”, anhelamos que la presencia del Papa sea un signo de Resurrección; que confirme y reafirme, en dichos y hechos, la opción preferencial por los pobres, marginados y maltratados de nuestra Patria.

Que en esta Pascua el Papa aliente la esperanza en una Iglesia fiel a la misión de Jesús, de “llevar la Buena Noticia a los pobres, anunciar a los cautivos la liberación y la vista a los ciegos, dar la libertad a los oprimidos y proclamar una año de gracia del Señor” (Lc. 4, 17) para nuestros pueblos sojuzgados por una deuda externa que no contrajeron y los condena a vivir en la dependencia y la miseria.

Porque queremos vivir “como resucitados en Cristo Jesús”, necesitamos que nuestro Padre y Pastor Juan Pablo II nos urja a un profundo proceso de conversión para corregir las conductas cómplices o vacilantes del pasado reciente, asumiendo un activo rol profético en la denuncia de las injusticias y la búsqueda de la verdad y rescatando para ello el testimonio viviente de nuestros mártires, expresados en figuras como las de Mons. Angelelli, los sacerdotes riojanos, las monjas francesas, los padres palotinos, Wenceslao Pedernera y tantos laicos, cooperativistas, gremialistas, etc., que con su sangre sellaron el compromiso de una Iglesia junto al pueblo.

Queremos en definitiva, que la presencia de Juan Pablo II entre nosotros anime los esfuerzos de todo un pueblo por recuperar su alegría y su esperanza, mientras caminamos, entre el gozo y el dolor, venciendo los signos de la muerte.

Que las exteriorizaciones de júbilo en las calles de nuestras ciudades sea el signo de un compromiso creciente en la lucha por la vida. Sólo así haremos realidad en nuestra Argentina la resurrección que se nos anuncia en esta Pascua.

Bienvenido Juan Pablo II a este pueblo que construye paso a paso su camino de liberación. Porque Cristo ha resucitado!.

Felices Pascuas!!!

Equipo Responsable