Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Octubre-Noviembre 1988)

A veinte años de Medellín

Revista nº36 (Cliquee para ver/descargar)Hace veinte años la Iglesia latinoamericana se abría al soplo del mismo Espíritu que hizo –en el Concilio Ecuménico Vaticano II– desempolvar el rostro de una Iglesia anquilosada en el tiempo.

Se abrió así una nueva esperanza para los pobres de América Latina. La Iglesia volvía a sus fuentes para retomar las aguas vivas de un compromiso a fondo con Aquel que había anunciado la libertad a los cautivos y proclamado el tiempo nuevo de la “gracia del Señor”.

Medellín significó un reencuentro con la fe auténtica para toda una generación de jóvenes ansiosos de protagonismo. Significó también el redescubrimiento de las raíces latinoamericanas y el reinicio de un camino como Iglesia en el encuentro con el pueblo pobre y marginado de nuestra América Latina.

A impulsos de Medellín creció una vivencia comprometida desde el Evangelio con la realidad de injusticia y opresión, para caminar “con y desde el pueblo” hacia una nueva sociedad.

Fue el camino recorrido por tantas comunidades a lo largo y a lo ancho del continente latinoamericano. Y así se acompañó la búsqueda de la liberación luchando codo a codo con el pueblo centroamericano, mexicano, chileno, brasileño… y también el argentino.

No podíamos sin embargo ser más que el Maestro. Y por eso también como todo el pueblo, los cristianos fuimos víctimas de la persecución y el martirio.

La reflexión de esta práctica, como pobres, como pueblo y como Iglesia, fue dando el perfil a lo que luego se conocería como Teología de la Liberación. Y en esa reflexión fue creciendo un nuevo modo de ser Iglesia, a través de las Comunidades Eclesiales de Base, que hoy adquieren vigor y se muestran fuertemente comprometidas en la lucha de los pobres por la Justicia.

A veinte años de aquel “Concilio Latinoamericano” –como gustaba repetir Mons. Angelelli– no son pocos los que hoy también buscan borrar con el codo lo que escribieron con las manos y nunca quisieron asumir con el corazón. Porque Medellín también significó de alguna manera la irrupción de los pobres en la Iglesia, con todo lo que ello implica de “molesto” y cuestionador.

A veinte años de Medellín, cuando no son pocas las voces que intentan acallarlo o “barnizarlo”, se impone reafirmar con decisión una vocación al servicio de los más pobres. Más aún, en un contexto eclesial que se prepara de distintos modos para “celebrar” los 500 años de Evangelización.

Asumiendo con toda su crudeza esta larga historia, los cristianos estamos obligados a comprometernos en la lucha por restituir la dignidad de los pueblos latinoamericanos.

La unidad latinoamericana, como proyecto que animó a tantos de nuestros grandes hombres como Felipe Varela, Simón Bolívar o San Martín, reflorece hoy como una urgencia de solidaridad para la sobrevivencia de los pobres de nuestros pueblos latinoamericanos.

La solidaridad cristiana, como mandato evangélico, se ha convertido en la regla práctica del amor, porque la caridad se mide por la abertura a la solidaridad. Y Don Sergio Méndez Arceo, el Obispo de la Solidaridad, que otra vez nos ha traído el mensaje de solidaridad que transmiten y reclaman tantos hermanos en Latinoamérica, nos ha reafirmado la consigna de que “América Latina necesita de Argentina y Argentina necesita de América Latina”, que nosotros aceptamos como un desafío y una tarea como Pueblo, como Iglesia y como Nación, a veinte años de Medellín.

Equipo Tiempo Latinoamericano