Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Mayo-Junio 1990)

DESDE NUESTRA PEQUEÑEZ...

Revista nº38 (Cliquee para ver/descargar)El poder dominante de una ideología, una cultura y de todo un sistema, en definitiva, que tiene como consecuencia la marginación social en un país y en un continente donde crece el número de empobrecidos, se ve promocionado y consolidado por la enorme concentración de los medios de comunicación que cuentan con todos los avances tecnológicos y operan sobre la sociedad con un discurso, que de tanto machacarse, termina por imponerse.

Los argentinos conocemos bien es estos “formadores de opinión” que son sostenidos a su vez por los “formadores de precios”, otro eufemismo con el que se disfraza a los poderosos grupos económicos, dueños reales del poder en nuestro país.

Son los “medios de comunicación” que también fabrican candidatos presidenciales, como ha sucedido en algunos países latinoamericanos. Y si no los pueden fabricar, como en nuestro caso, se encargan de dictarles las políticas generando el “consenso” necesario. ¿O acaso no nos han convencido de que nuestra salvación está en el dios de la Privatización y nuestra condenación en el demonio estatista, cono si este fuera el dilema real que debe enfrentar la sociedad argentina para su desarrollo, crecimiento y justicia social?

Y no se conforman con esto. También se encargan de recrear fantasmas para mantener el rigor del miedo, que infunden en sus tiempos dictatoriales, como ha sucedido en los meses pasados, con las notas publicadas por el diario La Prensa, en sus acostumbradas “ensaladas rusas” donde pretenden desacreditar a los Seminarios de Formación Teológica, que anualmente organizan varias diócesis argentinas.

Por eso cabe la denuncia contra las plumas fáciles que cuando no pueden detener el vigor del Evangelio que se encuentra con el Pueblo, lanzan toda clase de calumnias y tergiversaciones.

Ante estos monstruos gigantes seguramente que los esfuerzos de comunicación que se hacen desde el campo popular parecerían insignificantes. Sin embargo cada día crece más la conciencia en las organizaciones populares de generar sus propios medios de comunicación. Folletos, boletines, revistas, radios FM, etc.

Son –en realidad– expresiones de esa fuerza, que como el grano de mostaza, va creciendo hasta que se conviertan en el gran árbol de la fraternidad y la justicia.

Desde el ámbito cristiano nuestra Revista ha intentado hacer su soporte. Ha sido y será nuestro grano de mostaza a esa “nueva evangelización” de la que tanto se habla ahora, al aproximarnos a los 500 años. Y seguirá siendo no como la de “los dueños de este mundo… que oprimen con su poder” (Mc. 10, 42), sino desde la perspectiva evangélica del servicio (Mc. 10, 43-55). Porque es aquí donde reside el poder y la fuerza de los pobres.

Pero desde nuestra pequeñez tendremos que seguir señalando a los poderosos que harán celebraciones ostentosas de aquella “conquista evangelizadora” asentada en la cruz y la espada. Así como la denuncia de las grandes inversiones económicas en los nuevos proyectos evangelizadores que, como Lumen 2000 o el Club 700, pretenden hoy imponer un evangelio, distinto al de Jesús, por la fuerza de los grandes y sofisticados medios de comunicación.

Hace falta, por supuesto, mucha constancia. Porque no es fácil, con dificultades económicas, difamaciones, ataques arteros y otras yerbas de por medio, seguir caminando con coherencia y optimismo…

Pero estamos sustentados en ese montón de semillitas esparciadas a lo largo y a lo ancho de nuestra patria y de Latinoamérica. Sabemos que no somos los únicos, que no tenemos toda la verdad. Y allí está nuestra fuerza: en el crecimiento y multiplicación de las organizaciones populares. En las experiencias de solidaridad. En las comunidades eclesiales de base que avanzan en su reflexión y compromiso, caminando ya hacia el II Encuentro Nacional. En la memoria de nuestros mártires que hacemos presentes en nuestras páginas porque también está viva y latente en el seno de nuestro pueblo.

Haber sido reconocido el esfuerzo de nuestra Revista por parte de la gran prensa de Córdoba, como una de las pocas revistas cordobesas que se han mantenido en el tiempo, tiene ciertamente un valor para quienes, robándole tiempo a la siesta cordobesa, hacemos TIEMPO LATINOAMERICANO.

Pero tiene sobre todo valor porque –quiérase o no– es el reconocimiento al trabajo de organización, de capacitación y de crecimiento de tantas comunidades y grupos humanos, que aportan a la recomposición del tejido social en esta Argentina, que a toda costa algunos quieren deshilvanar hasta dejarle solo jirones.

Es, en definitiva, una expresión más de esa resistencia que desde distintos ángulos pero con igual perspectiva, se viene gestando como anticuerpo necesario para posibilitar el nacimiento de aquella nueva sociedad, que constituyó el ideal de nuestros mártires y es para nosotros el imperativo permanente de nuestra fe en el Evangelio sumada a la firme convicción de que podrán frenar nuestra marcha, y hasta hacernos retroceder en nuestros pasos, pero nunca podrán cambiar el rumbo de la historia, que admite retrocesos pero inexorablemente avanza…

La marcha de TIEMPO LATINOAMERICANO no puede ser distinta a la marcha de nuestro pueblo. Nacimos hace ocho años para acompañarla y aceptamos el desafío de seguir su ritmo.

Por eso decimos, con Mons. Angelelli: “Hay que seguir andando, nomás…”

Equipo Tiempo Latinoamericano