Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Junio 1994)

Monseñor Enrique Angelelli: "Pueblo es el que no oprime y lucha contra la opresión"

Revista nº48 (Cliquee para ver/descargar)Hemos elegido este pensamiento de Monseñor Angelelli como lema para la semana de Homenajes a nuestro Obispo Mártir, que celebramos del 1 al 7 de agosto en Córdoba.

La figura, el testimonio y el mensaje de nuestro querido Pelado acompañó el nacimiento de Tiempo Latinoamericano desde octubre de 1982. En agosto de 1993 iniciamos los actos de homenajes que, año a año, se han repetido en su Córdoba natal, agigantándose en la memoria de tantos que lo conocimos, como en el de las nuevas generaciones que buscan abrevar en fuentes transparentes para acompañar el camino de la construcción de la nueva sociedad, justa y fraterna, que sigue manteniendo vigencia a pesar de todas las ondas negativas que buscan invadirnos desde los distintos espacios de poder.

Hemos recuperado, en este largo esfuerzo de un grupo de laicos y cristianos, acompañados de obispos, sacerdotes, pastores y religiosas, innumerables experiencias y testimonios que manifiestan la continuidad de un compromiso junto a los oprimidos. Una de esas síntesis quizás sea la presencia y el trabajo en la Villa Obispo Angelelli, de Córdoba, donde el “Vasco” sigue luchando contra la miseria, porque –como él afirma– “en la pobreza se puede ser solidario; pero en la miseria, no”.

Hemos podido, también, avanzar desde la memoria hacia un mayor nivel de reflexión. Este será el tercer año en que realizaremos el Encuentro de Reflexión “Monseñor Angelelli” , como instancia de una celebrativa confraternización que nos ayuda a pisar la tierra, mirando el horizonte, mientras metemos nuestras manos en el barro de la realidad.

Una realidad que nos exige encontrar respuestas a los nuevos desafíos, que siguen marcados por el crecimiento de la miseria; por las imposiciones del gran poder económico, constituido en el nuevo dios del Mercado; y también por las dificultades que se afrontan en la construcción de alternativas que restituyan el protagonismo del pueblo, hoy sometido a la sobrevivencia. No es ocioso mencionar que la desocupación abierta subió al 12 por ciento y otro tanto la encubierta, abarcando más del 20 por ciento de la población activa en Argentina, que significan unas 2.500.000 personas. A lo que tendríamos que añadir que casi el 30 por ciento de los que tienen el “privilegio” de tener empleo, soportan una situación precarizada, tanto por el bajo nivel salarial como por la condiciones laborales flexibilizadas. Según dicen los sociólogos, entre 10 y 12 millones de personas se distribuyen entre los que ellos llaman “pobres estructurales” (3 millones) y “nuevos pobres” (7 millones). También en la “isla” cordobesa recientes informes revelan el crecimiento en un ciento por ciento de los asentamientos villeros desde 1980 a la fecha.

¿Acaso estos pocos datos –que sólo muestran un aspecto– son producto de la casualidad?... ¿Acaso no revelan una realidad de opresión? ¿Acaso esa opresión no tiene responsables?...

Hay que responderse estas preguntas para constatar la vigencia de las palabras de Monseñor Angelelli, pronunciadas hace un cuarto de siglo atrás.

Hay que responderse estas preguntas para sacarse el complejo de la “nostalgia” con que pretenden descalificar la búsqueda de nuevos caminos, que para que sean eficaces tienen que asumir la nueva realidad, haciendo memoria de las mejores tradiciones y experiencias de nuestro pueblo.

Hay que responderse estas preguntas para desenmascarar el discurso modernista, que ha establecido mediante decretazos la muerte de las utopías y el ingreso al Primer Mundo.

La falacia de los mentores de la modernidad radica en que mientras ellos mismos ahondan las diferencias sociales excluyendo de la vida millones de personas, pretenden negar la existencia del conflicto y, por tanto, la legitimidad de la lucha contra la opresión.

Y opresores son todos aquellos que sustentan la exclusión social, los que implementan políticas de ajustes para los pobres, y también los que las justifican basados en la armonía angelical, aunque el conflicto se manifieste en las propias narices con la presencia de chicos en la calle limpiando los parabrisas o la mendicidad que crece en las ciudades.

Pueblo es el que no oprime, decía Monseñor Angelelli. Es claro que no podemos seguir hablando en términos celestiales de un “pueblo argentino”, que incluya a todos, sin palpar la existencia de opresores y oprimidos, sin constatar la realidad que ahonda la brecha entre ricos y pobres, como lo ha venido señalando también el Magisterio de la Iglesia. Es claro, entonces, que el que oprime no es pueblo.

Pero no basta esta constatación para incluirse en el Pueblo. No alcanza con no oprimir, porque también nuestras actitudes pueden ser de complicidad silenciosa con la opresión.

Por eso Monseñor Angelelli añadía que Pueblo es el que lucha contra la opresión. Si queremos sentirnos parte de ese pueblo oprimido es necesario asumir la lucha contra la opresión. Significa tomar conciencia de la realidad del conflicto social que impone el poder los opresores para estructurar una resistencia activa que tiene el avance sobre la vida y la dignidad del Pueblo.

No alcanza con acompañar los sufrimientos de nuestro Pueblo. Es necesaria una lucha contra las causas de estos sufrimientos hasta erradicarlos instaurando una realidad diferente. Y para eso no sólo hace falta conocer y analizar el mundo concreto que nos rodea sin aportar a la construcción de herramientas útiles para instrumentar los cambios exigidos.

Esta será la reflexión y el debate que nos convocará este año en la Semana de Homenajes a Monseñor Angelelli, contando con el asesoramiento del reconocido teólogo de la liberación Leonardo Boff.

Interpelados por el testimonio de nuestros mártires, miraremos nuestra responsabilidad cristiana en el mundo concreto y cotidiano, que será evangélica si es liberadora. Ese es el desafío y el compromiso como cristianos junto a un pueblo que resiste y anuncia “la esperanza que tanta falta nos hace” (E. Angelelli).

Equipo Tiempo Latinoamericano