Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Noviembre de 1998)

"Ustedes son los autores"

Revista nº60 (Cliquee para ver/descargar)Finaliza el 98 y se acerca el 2000. Cronológicamente el 99 queda en el medio porque se toma el último año del siglo con la vista puesta en el próximo milenio.

No está mal mirar para adelante. Pero tampoco sería bueno pasar “livianamente” el 99. Y menos apurarse a terminar el 98, sin detenerse un instante para evaluar lo vivido.

Vivimos aceleradamente el tiempo presente. Los acontecimientos se suceden a tal velocidad que con el avance de los medios de comunicación, nos trasladan de un escenario a otro, sin que a veces podamos parar la marcha para reflexionar y proyectar. Para ser artífices de la historia y no pasivos espectadores.

Caminar en el tiempo sin gobernar el ritmo y los escenarios es abandonar la capacidad de decidir, delegando la suerte personal y colectiva, en peligrosos “salvadores”, que terminan manipulando las necesidades, proyectos y sueños de las mayorías, para acrecentar y concentrar el poder en beneficio de unos pocos. Eso es lo que sucede en el terreno religioso, con la proliferación de mensajes “espiritualistas” y en lo político, con convocatorias a la gente sólo como número para llenar plazas, estadios o urnas.

Agobiados por los problemas cotidianos y aturdidos por las imposiciones aplastantes de un poder global que sentimos lejano y ajeno, reducimos nuestra acción a lo inmediato y a lo posible, constatando a veces avances demasiado pequeños, que nos desalientan. Otras veces, el fracaso de nuestros emprendimientos, acaban inundándose en la desesperanza.

Quizás aquí tengamos que mirar una vez más la realidad de los pobres, que en su lucha por la sobrevivencia, no pueden darse el lujo de desalentarse ni desesperanzarse, recomenzando una y otra vez su lucha cotidiana por la vida.

Vale la pena rescatar las palabras del Cura Vasco, en la villa miseria Obispo Angelelli, de Córdoba, cuando en la entrega de los certificados a los participantes en el Curso de Agentes socio-sanitarios dijo: “Estoy solamente para estar con ustedes y acompañarlos en esta tarea, donde hay que compartir, donde hay que tratar de vivir unidos, hay que ser solidarios y hay que trabajar mucho, con perseverancia y sin bajar nunca los brazos. Nunca hay que darse por vencidos, hay que seguir adelante porque juntos somos más y somos más fuertes. Hay que seguir adelante. Yo voy a pasar pero esto va a continuar porque ustedes lo han hecho, porque ustedes son los autores de todo esto que está aquí”.

Esta idea de valorizar el protagonismo de la gente, brindando espacios concretos que van haciendo camino para experimentar posibilidades reales de transformación social, es lo que necesitamos rescatar en nuestros trabajos comunitarios, en nuestras organizaciones populares, en nuestras comunidades eclesiales de base.

Superar el paternalismo y el mesianismo es un desafío que sólo empieza a concretarse cuando, mediante las prácticas evaluativas, revisamos y analizamos cada acontecimiento, vivencia o experiencia del grupo o comunidad en que estamos.

Y surge aquí un desafío todavía mayor: el tener claro el horizonte que buscamos. En otras palabras, el desafío de generar alternativas concretas, en todos los órdenes de la vida de nuestro pueblo, para mejorar su calidad de vida.

La tarea de posibilitar instancias de debate y formación, en que está empeñado Tiempo Latinoamericano, como otros espacios en el país, es una exigencia de los tiempos actuales su queremos dar un salto cualitativo en nuestras prácticas sociales. No otra cosa es proponer la construcción de un nuevo pensamiento a partir de las experiencias vividas, en el nuevo contexto nacional y mundial que se nos presenta, para dar batalla, también en el terreno teórico, a quienes pretenden mantener la hegemonía cultural, social, económica, religiosa y política.

Para comprender lo que nos pasa personal y socialmente debemos estar informados y formados críticamente en aquellos temas que dan cuenta de la realidad. No se trata de ser sólo buenos observadores de la realidad sino de transformarla desde el hoy y ahora que vivimos.

Terminamos el ’98 y con él muchas planificadas. En el balance final seguramente nos quedan cuentas pendientes o tareas inconclusas. Pero valorizando los logros, alentaremos una perspectiva esperanzadora que nos permitirá seguir andando, para que el tiempo latinoamericano que vivimos deje de ser un tiempo de exclusión y sea al fin el tiempo de justicia para los pobres. La Justicia y la Paz, que Mons. Angelelli inscribió en su escudo episcopal y adoptó como premisas y propuestas permanentes de su pastorado. Es el legado que tenemos para el año 99, mientras arribamos al segundo milenio.

Equipo Tiempo Latinoamericano