Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Marzo 2000)

Mirada Jubilar

Revista nº64 (Cliquee para ver/descargar)El 2000 será un tiempo latinoamericano. El tiempo de los pueblos que siguen caminando en la solidaridad y en la esperanza. El tiempo de los que no se resignan a quedarse fuera del escenario y continúan resistiendo la exclusión y luchando por conquistar nuevos espacios de dignidad y justicia.

Palabras paradigmáticas orientan la vida y la acción de los pueblos latinoamericanos: MEMORIA, SOLIDARIDAD, JUSTICIA, ESPERANZA.

Desde nuestra fe cristiana resaltamos esta perspectiva ante una realidad que en lo inmediato se presenta cada día más difícil:

-La cifra de 14 millones de pobres en Argentina sobre una población de 35 millones.

-La profundización del modelo neoliberal y la mayor dependencia de la economía del país de los organismos financieros internacionales.

-Las restricciones presupuestarias a los programas asistenciales que al menos garanticen un plato de comida a tantos niños y ancianos de nuestras villas, barrios y zonas rurales abandonadas.

Apenas algunos signos de una realidad que los ideólogos del modelo presentan como destino inevitable e imposible de modificar.

Es real que si a esta realidad de miseria creciente añadimos la ausencia de alternativas políticas, las debilidades organizativas y de articulación de la sociedad civil y la caída de viejos paradigmas que alentaron la participación y la militancia en décadas pasadas, el horizonte del 2000 no pareciera ser demasiado alentador.

No todo lo que es presentado como “triunfo” o beneficioso es tal. Por lo menos así no lo viven los pobres. Las bondades del modelo neoliberal sólo alcanzan a reducidos grupos de privilegiados. Las pautas de la “modernidad” para nada le sirven a los sectores populares si le alcanzan apenas para sobrevivir. Las supuestas ventajas de la flexibilidad laboral han demostrado que no sirven para generar empleo sino sólo para precarizar las condiciones laborales y rebajar los salarios. Y por cierto que otros se quedan con lo que le sacan del bolsillo a los trabajadores.

Esto también debe señalarse con nombre y apellido. Es parte del abandonado rol profético que nos impone el Evangelio. El escenario histórico es cubierto por personajes reales. Las causas de las injusticias no son obra de la casualidad ni por un destino divino. Personas concretas de carne y hueso, miembros de nuestra propia familia humana, son los responsables y ejecutores de las decisiones políticas, sociales y económicas causantes de la miseria y la muerte de tantos otros/as hermanos/as. Hay víctimas y victimarios.

La igualdad sigue siendo una tarea. No basta el plato de comida. Y es una tarea posible. Porque la historia no tiene un destino irreversible. La realidad es siempre dinámica y cambiante. Y las personas humanas, en el ejercicio de la libertad, como hacedores de la historia, vamos modificando la realidad a cada paso. Desde lo pequeño y lo cotidiano hasta que colectivamente se expresan en el escenario social. De un modo o de otro. Como los indígenas en Ecuador, como el pueblo correntino en el puente sobre el río Paraná, como los desocupados en los cortes de rutas, como los hambrientos en la recuperación de alimentos en los grandes hipermercados, como los camioneros movilizados contra el cobro de peajes y como tantas otras expresiones de protesta que se van multiplicando en la medida que las respuestas del poder político no llegan.

Como las leyes bíblicas del Jubileo que buscan retornar a lo que Dios quiso desde sus orígenes, una mirada jubilar señala en los acontecimientos actuales la necesidad de restaurar el orden y la convivencia alteradas por la acción egoísta. Esta mirada pareciera ajustarse más a las exigencias de un hoy que se resiste a seguir caminando en la oscuridad, con un horizonte utópico cuyo punto de llegada pareciera alejarse cada vez que nos aproximamos.

Equipo Tiempo Latinoamericano