Editorial (Noviembre de 2001)

No callar!

“Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Y él respondió: Les digo que si estos callan, gritarán las piedras…” (Evangelio de Lucas 19, 39-41)

El mandato es no callar. Actuar, hablar. Porque si no actuamos y hablamos, gritarán las piedras! En el conflicto entre los fariseos y los discípulos, la respuesta de Jesús ratifica el rol profético de los cristianos. “Oportuna e inoportunamente”, añade San Pablo. La opción evangélica no admite medias tintas. Más aún, prevé consecuencias incómodas: “…Serán llevados a los tribunales…”. Y en el conflicto de la lucha por el Reino y su justicia, la historia está abonada por aquellos que en su fidelidad han llegado hasta el martirio.

En la Argentina de hoy, como en otros lugares de Latinoamérica donde se padece la dictadura del modelo neoliberal, los sostenedores y beneficiarios avanzan sobre los derechos del pueblo, usando el ropaje democrático para consolidar su hegemonía en base a su poder económico. Esta democracia formal, profundamente autoritaria, se expresa en el manejo clientelista de la política, en la imposición de políticas a contrapelo de las necesidades de la gente y en la anulación de espacios de participación. Se trata de una intolerancia, con fuertes rasgos fascistas, que sólo admite la diversidad política si la misma no cuestiona los intereses del privilegio. Un pluralismo formal, de apariencias, que va desapareciendo a medida que se agudizan las contradicciones sociales.

Para desnudar la realidad hay que decir con todas las letras que el modelo neoliberal es antagónico a una verdadera democracia. Y ese carácter antidemocrático, en lo político, se manifiesta en la eliminación del disenso y en los ataques a la libertad de expresión, pasando por la criminalización de la protesta social, con 2500 argentinos sujetos a procesos penales por su participación en manifestaciones sociales, hasta las represiones violentas con detenciones de trabajadores como los del Sindicato de Luz y Fuerza en Córdoba o dirigentes de los desocupados y jubilados, que hace varios años están en la cárcel: Emilio Alí y Raúl Castels, así como heridos y muertos: Teresa Rodríguez, en Neuquén, Ojeda y Escobar, en Corrientes y Aníbal Verón, en Salta.

En nuestro país, especialmente sensibilizado por el accionar del terrorismo del estado, las acciones represivas contra las protestas sociales no sólo buscan frenar el reclamo, sino reimplantar el miedo para desarticular el crecimiento de las organizaciones populares.

La querella por calumnias e injurias, con la pretensión de una reparación de 100.000 pesos, del Gobernador de Córdoba a nuestro Director es un avance más del autoritarismo neoliberal, que busca acallar las voces disonantes y con ello imponer el temor a expresarse para evitar represalias. Nadie debe animarse ni siquiera a hablar, a criticar o a disentir. Este modelo de exclusión social no puede imponerse sin represión, más aún cuando empieza a hacer agua por los cuatro costados.

Nuestra responsabilidad como cristianos y como ciudadanos es no callar. Porque hay un rol profético que como comunidad no podemos eludir. Y porque la verdadera democracia, la que le sirve al pueblo, es la que horizontaliza el debate y promueve la participación. La que, en definitiva, nos constituye en protagonistas de nuestra propia historia. En esa tarea si no asumimos nuestro compromiso y nos callamos, gritarán las piedras! Y siempre es mejor que las piedras no lleguen!

En la pobreza del Niño de Belén, la Navidad de este 2001 deberá ser una nueva oportunidad de renovar y reafirmar nuestro compromiso en la lucha por la vida, la dignidad y la justicia!

Equipo Tiempo Latinoamericano