Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Noviembre de 2005)

Hacia el 2006... Con Memoria, Compromiso y Esperanza

Revista nº80 (Cliquee para ver/descargar)Desde estas páginas, cuando llevamos ya 23 años de camino recorrido, a la par de los veintidós de democracia vivida por los argentinos, se nos ocurre necesaria una mirada retrospectiva, para entrar en el 2006 abiertos a los nuevos soplos del Espíritu.

En octubre de 1982, un pequeño grupo de cristianos iniciamos esta marcha “con un oído en el Pueblo y otro en el Evangelio”, como enseñaba nuestro maestro y mártir Enrique Angelelli. Sobrevivientes de los años de persecución, creíamos en la gestación de un tiempo nuevo, el “tiempo latinoamericano”, a los tiempos de la doctrina de la seguridad nacional defensora de la civilización “occidental y cristiana”, con su terrorismo de estado, debíamos oponerle el aliento de las eternas utopías, los viejos sueños y las urgentes y actuales necesidades de los pobres, como preferidos de Jesús. Se nos imponía como una obligación de nuestra fe cristiana reinstalar en nuestros grupos y comunidades la necesidad de comprometerse desde la concreta realidad social y política.

Mantenerse en esa línea no fue fácil en medio de la fuerte hegemonía neoliberal, con una arraigada cultura de la salvación individual, con el arrastre de los miedos impuestos por la dictadura, con la marcha de una democracia restringida que acentuó la marginación y la miseria, y con instituciones religiosas que prefirieron no hacer demasiada ola navegando por la orilla.

Fue un camino de minorías, en soledades y resistencias. Preferimos ocupar este lugar, con otras tantas instituciones y organizaciones surgidas en estos años, conscientes de que se trataba de una siembra naciente, silenciosa y tesonera. Acompañamos los esfuerzos por organizar la solidaridad, por luchar contra la impunidad, por recuperar el sentido de lo político, convencidos de que sin pueblo organizado no hay nueva política y que sin política no hay posibilidades de transformación social para condiciones de vida digna.

Ante la caída de viejos paradigmas nos sumamos a las reflexiones compartidas con muchos hermanos latinoamericanos apostando a que es posible otro país, otro continente, otro mundo. Y hacia allí se encaminaron nuestros espacios de formación. Desde lo bíblico, lo teológico, lo político, lo cultural y lo social.

El cultivo de tantos años permitió avances importantes. Surgieron nuevos movimientos sociales que ocuparon su lugar en la escena nacional. Se intentaron construcciones políticas que sumaron experiencias de articulación y también de fracasos. Al olvido se le respondió con la memoria. Al “sálvese quien pueda” le contestamos con la movilización organizada. A la corrupción la castigamos con “Que se vayan todos”. También desde pequeños pero innumerables grupos y comunidades cristianas se aportó en este sentido. Y allí estuvimos!

A prácticas nuevas correspondían nuevas reflexiones, siempre inspiradas en el mandato bíblico de fidelidad a los pobres y en el testimonio martirial de tantos hermanos, compañeros y amigos que con su sangre sellaron su compromiso.

Convencidos de que la fe exige la construcción cotidiana del Reino de Dios, apostamos a meternos en el barro de la realidad, sin miedo a quedar embarrados porque en la reflexión comunitaria es posible revisar, evaluar y corregir. El “ver, juzgar y actuar” de la vieja JOC, que asesoraba nuestro querido “Pelado” Angelelli.

Sin parcialismos ni reduccionismos de ningún tipo, insistimos en la urgencia de involucrarse en lo político. Aún con todo el desprestigio, desconfianzas y frustraciones agigantadas en los años de hegemonía neoliberal. Lo hicimos convencidos de que los cristianos no podemos seguir pontificando desde la sola reflexión o denuncia de los grupos virginales o evadirnos en el refugio de los coros angelicales. Preferimos el riesgo de las ambigüedades contenidas en la realidad, que es la que vivimos como pueblo sufriente y esperanzado.

Así, a las puertas del 2006, a los 30 años de la instauración de la dictadura genocida serán ocasión para nuevas apuestas. Pero lo haremos con lo cosechado en estos largos años de resistencia, desde la memoria de nuestros mártires, acompañando la marcha que ya va alumbrando nuevos caminos de protagonismo.

Eso sí, sin pretender llegar al cielo a la vuelta de la esquina. Porque con las generosidades están las mezquindades; con las virtudes, los defectos; con lo nuevo, lo viejo… Es decir, lo íntegramente humano. Y con esa carga, seguir avanzando. No existe otra posibilidad, salvo que nos creamos dioses o demonios.

Para eso apelamos a la memoria, hundiendo los pasos en nuestras raíces para reafirmar la identidad como pueblo y beber de las mejores experiencias y testimonios, sin olvidar las responsabilidades que no se asumieron y las complicidades que facilitaron el vaciamiento cultural, la injusticia social, la corrupción y la impunidad.

Cargando esta historia reafirmamos nuestro compromiso con fidelidad al Evangelio y al Pueblo, desde la cotidiana construcción de instrumentos que plasmen una nueva realidad de fraternidad, justicia y libertad.

Venciendo obstáculos, contrarrestando intereses adversos, separando la paja del trigo, despejando las piedras del camino, superando las dificultades, no esquivándole al conflicto, sino desarrollando la creatividad para no detener la marcha, porque la vida en dignidad de los pobres no admite dilaciones, exige nuestro cotidiano compromiso y necesita alentar la esperanza.

Celebrando la Navidad y la Epifanía de Jesús, en el 2006 andaremos el camino, con memoria, compromiso y esperanza.

Equipo Responsable Tiempo Latinoamericano