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Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Octubre de 2013)

30 años de Democracia: Un camino con más desafíos

Revista nº96 (Cliquee para ver/descargar)El 30 de octubre de 1983 el pueblo argentino pudo expresarse en las urnas. Las opciones principales fueron Raúl Alfonsín, del radicalismo e Italo Luder, del justicialismo. El resultado indicó una revalorización de la democracia, siempre vapuleada por golpes militares o proscripciones que le quitaban legitimidad.

En 1983 las Fuerzas Armadas que pretendían eternizarse en el poder con una “cría del proceso” en manos de partidos provinciales conservadores y grupos concentrados de la economía, quedaron desarmados después de la estrepitosa derrota en la irresponsable guerra de Malvinas. Para esa época el movimiento obrero encabezaba algunas movilizaciones procurando cambios de rumbo en la gestión económica del modelo neoliberal iniciado por quien fuera presidente de la Sociedad Rural, Alfredo Martínez de Hoz.

La salida democrática fue una mezcla entre la incapacidad militar para conducir la política y los reclamos de la civilidad que comenzaron a asumir algunas reivindicaciones sectoriales que se instalaron en la agenda pública: las violaciones a los derechos humanos, con el conflictivo tema de los desaparecidos; y las demandas económicas que incluyeron a trabajadores y empresarios afectados por el proceso de concentración, el desmantelamiento de la industria nacional y la hegemonía financiera externa.

Aún con debilidades se llegó al 30 de octubre y el triunfo fue para Raúl Alfonsín. La ciudadanía priorizó sus aspiraciones de vida y libertad, que mejor expresaba la UCR, por sobre un peronismo derechizado, que además de no asumir la defensa de muchos de sus militantes víctimas de la represión, había quedado en el imaginario popular como el que le abrió las puertas a la irrupción militar en 1976, con la excusa de “aniquilar” la subversión.

El presidente electo Raúl Alfonsín levantó en su campaña electoral la consigna de que “con la democracia se come, se educa, se vive...”. Y este aspecto que pretendía cubrir la histórica bandera de justicia social del peronismo, no llegó a concretarse. El fuerte poder económico más concentrado al calor de la dictadura boicoteó las medidas que pretendían una economía más nacional y menos dependiente. El modelo neoliberal siguió y encontró en Carlos Menem -con su apariencia de caudillo popular- un mejor alumno, que lo profundizó con el desmantelamiento del estado, las privatizaciones, la desocupación, la precarización laboral y el abandono de las políticas sociales que habían caracterizado al peronismo. Fue el peronismoneoliberal que terminó por frustrar toda expectativa de participación política. La política se farandulizó, las burocracias sindicales se unieron a las patronales en sus negocios de privatizaciones y obras sociales; los sectores populares buscaron sobrevivir por sus propios medios generando embriones de nuevas organizaciones de solidaridad, alejadas de los partidos políticos.

Comunidades cristianas, grupos de mujeres, colectivos de jóvenes optaron por la militancia social. Esas nuevas prácticas recrearon en parte el sentimiento de lo comunitario, que creció en articulación y llegó a expresar una fuerte protesta social en el 2001. “Que se vayan todos” fue la consigna que indicaba el hartazgo, pero también la necesidad de nuevas expresiones políticas.

No se fueron todos, pero los que vinieron pusieron el oído a algunas demandas sociales más visibles. Con Néstor Kirchner los derechos humanos se instalaroncomo políticas de Estado y el Estado mismo retomó un rol preponderante en el diseño de políticas de industrialización, ocupación y distribución. No alcanzó la movilización generada, especialmente con el nuevo entusiasmo de los jóvenes, para experimentar nuevas herramientas políticas. La transversalidad quedó a mitad camino y el kirchnerismo en el gobierno cerró la tranquera, acosado por los “barones” del cono urbano bonaerense y los “feudales” de las provincias.

El resumen del balance indica pasos positivos y alentadores. No es poco haber reposicionado el estado después de tanto empeño en imponer el neoliberalismo no sólo en lo económico, sino fundamentalmente en lo cultural, que es lo más difícil de revertir. Después del recorrido de 30 años de democracia es legítimoy necesario ambicionar que las deudas pendientes sean saldadas. Desde la política, como corresponde, todavía queda pasar de la democracia a la laocracia. De las formalidades a los nuevos mecanismos concretos de participación de las multitudes populares. El voto debe completarse con organizaciones sociales en espacios democráticos de planificación y decisión.

La nueva realidad de los procesos populares latinomericanos, que posibilitaron una positiva integración regional, en lo político, económico y cultural, también ayuda al interior de los países miembros a fortalecer la concienciade soberanía latinoamericana. Hacerse respetar en el concierto internacional cuando los poderosos sienten en su propio cuero los efectos negativos de sus políticas globalizadoras, debe asumirse como enseñanza sobre todo por parte de esa clase dirigente acostumbrada a mirar más para afuera, que hacia el propio interior que sigue reclamando mayor integración federal en un país extenso y diverso en sus economías y sus culturas.

Desde las creencias religiosas tan arraigadas en los sectores populares, las iglesias deben retomar su aporte de acompañamiento a las demandas actuales. El fervor expresado en las multitudes que se concentran en festividades religiosas y culturales debería orientarse hacia una acción organizada solidariamente por mayor justicia social. El ejemplo de una “vida pobre y entregada” como la del Cura Brochero puede animar en este sentido. Y el inicio del juicio por el asesinato del obispo Enrique Angelelli será una extraordinaria oportunidad para rescatar esa memoria social y eclesial de compromisojunto al pueblo, ayudando así a encontrar hoy nuevos caminos para ser consecuentes y fieles a las convicciones y demandas de la fe en el mensaje liberador de Jesús.

Equipo Tiempo Latinoamericano

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