Revista
Tiempo Latinoamericano

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Editorial (Octubre de 2012)

30 años no es nada. Preocupaciones y Esperanzas...

Revista nº94 (Cliquee para ver/descargar)

1982: La preocupación eclesial
En octubre, cuando la democracia pujaba por nacer, nacía la revista TIEMPO LATINOAMERICANO. Los padres de la criatura eran unos pocos sobrevivientes que, desde su identidad cristiana, querían retomar las huellas no borradas por el vendaval del genocidio que asoló el país. La memoria estuvo en la presencia de nuestro maestro y pastor Enrique Angelelli que resumía la multitud de mártires que se llevó el terrorismo de estado. Y que desde las motivaciones evangélicas quería una sociedad distinta, más igualitaria y justa. Los primeros pasos fueron al tanteo de las tenues luces que aparecían en el horizonte. A veces destacando la necesidad de una iglesia servidora y comprometida con el pueblo, a pesar del gran vacío que produjeron los años de persecución donde la jerarquía lejos de acompañar acomodó el cuerpo institucional a los calores de los poderes de turno. Y eso fue parte de la responsabilidad no asumida para afrontar la nueva situación de mayor apertura y participación. En una democracia que tenía el valor de querer ser pero las limitaciones que le imponían los poderes hegemónicos, usufructuarios del aplastamiento a los sectores más dinámicos y populares. La debilidad alfonsinista afloró cuando cedió a la impunidad de los genocidas en la Semana Santa de 1987 y después no pudo soportar el golpe de los grupos económicos que se llevaron a un presidente para instalar otro, en 1989, que entró con la promesa del salariazo y la revolución productiva. Y acabó perfeccionando el modelo neoliberal, con privatizaciones y precarización laboral, hambre y desocupación.

1990: La preocupación social
Lejos de escucharse la voz profética de una Iglesia que siempre gozó de un fuerte poder social, las cúpulas acompañaron el desmantelamiento y las desnacionalización, mientras las minorías de identidad cristiana y con vocación ecuménica asumíamos ese vacío haciendo el esfuerzo por promover los debates que imponían las nuevas realidades: ¿Cómo rearticular el campo popular? ¿Cómo revitalizar el contenido liberador de la fe cristiana? ¿Cómo promover la organización de la solidaridad? ¿Cómo alentar y acompañar un compromiso concreto en las opciones partidarias que en el barro de la política quieren soluciones concretas a las eternas demandas de los sectores siempre olvidados? Fueron los años 90 de una resistencia al menemismo que fue sembrando nuevas formas organizativas y reflexionando nuevos paradigmas, no exentos de contradicciones. Porque muchos de los actores sociales eran los sobrevivientes de una época distinta, y buena parte de los nuevos los surgidos del vaciamiento cultural en el que trabajó la estética neoliberal, exaltando las maravillas del Mercado, convertido en dios. Esa resistencia y sus instancias de encuentro y reflexión que quedaron reflejadas en la Revista, fueron semillas de militancia social que en algún momento debían crecer y germinar en militancia política. Fue un duro debate, porque los políticos liberales hicieron todo lo posible por desacreditar la política y seguir apoderados de los resortes básicos de decisión estatal. Y otros, que hastiados de los malos ejemplos de corrupción y negociados, se mantuvieron en la pureza virginal con un rol de denuncia real pero de una enorme ineficacia política para las modificaciones que requerían las urgentes necesidades de los más pobres, disimulados en lenguajes más técnicos como “excluidos” o “vulnerables”, para no abordar el análisis social de explotadores y explotados, de una estructuración social capitalista, que necesita de los pobres para seguir llenando los bolsillos de los pocos. Acompañamos estos esfuerzos y ampliamos las perspectivas cuando nos abrimos articulando con las mismas búsquedas que se hacían en otras latitudes latinoamericanas, donde si bien habían soportado represiones, pudieron mantener niveles de organización acompañados por importantes presencias de iglesias que aportaron a las nuevas reflexiones teológicas animando la resistencia al modelo neoliberal, pero también sumando el compromiso político en la organización popular que germinaría en el 2000 en muchos país de Latinoamérica.

2000: La preocupación política
Los procesos políticos y sociales de este nuevo tiempo latinoamericano donde también sumaron importantes grupos del cristianismo de liberación, reconocen esa larga resistencia al neoliberalismo, desde las múltiples organizaciones de sobrevivencia que alimentaron la solidaridad en ollas populares y micro-emprendimientos, sostenidos por piquetes que reclamaron la asistencia de un estado achicado y para pocos. En esa práctica social también se fue experimentando sus limitaciones. Y el debate creció hasta empezar a ver la importancia de la política. Fue fundamental el fin de la impunidad con los juicios por lesa humanidad. Pero como la historia no es lineal ni matemática, surgieron nuevos fenómenos y liderazgos que abrieron las posibilidades de una nueva militancia política. Desde entonces asistimos a un positivo auge de presencia juvenil y nuevas esperanzas para los sectores populares que van encontrando canales para satisfacer sus reivindicaciones básicas. Aún cuando falte mucho para que la renovación política incluya el abandono de prácticas clientelistas o abandone la debilidad de un trabajo inconstante y limitado de inserción social tanto en los barrios como en los sindicatos, los lugares donde mayoritariamente se expresan las necesidades populares. Aquí creemos vale la pena seguir haciendo esfuerzos para debatir formas y contenidos que aporten a revertir la cultura neoliberal dominante, que aún no ha podido desterrarse y se manifiesta en muchos de estos comportamientos sociales y políticos. Desde nuestra perspectiva cristiana también corresponde afirmar la deuda de las instituciones religiosas que continúan con una prédica de salvación individualista, vaciada del contenido evangélico de liberación integral, que incluye las realidades cotidianas, espirituales pero también materiales, para el reinado de vidas dignas para todos y todas.

2012: Esperanzas...
El nuevo formato revista-libro de TIEMPO LATINOAMERICANO con la incorporación del aporte de miembros del Consejo Editorial representa un nuevo desafío. Busca desarrollar creativamente desde nuestra propia realidad la estructuración de un pensamiento ligado a las nuevas situaciones locales y latinoamericanas, que se reconocen herederas de memorias populares, martiriales y de protagonismo, recuperada a lo largo de estos 30 años. 30 años no es nada. Pero también es mucho. Fue y es un esfuerzo militante colectivo de una comunidad de hermanos, amigos y compañeros, que sin abandonar sus propios lugares de inserción, se encuentran semanalmente en la Casa Mons. Angelelli y quieren sumar a tantos otros y otras que nos enriquecen con sus reflexiones y prácticas. Siempre empecinados en aportar lo más posible a esa correntada que va creciendo, pero debe aún aumentar mucho su caudal para que logre transformar una historia de más de 30 años avanzando en el proyecto inconcluso de liberación nacional y social, con los pasos cada vez más sólidos de un proceso popular que se fortalecerá con más participación, debates y organización.

Equipo Tiempo Latinoamericano

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